En 1957, Leon Festinger (Psicólogo
estadounidense) introduce en el campo de la psicología social, un
concepto nuevo que marcará un antes y un después: La disonancia
cognitiva.
Esta
teoría explica como la creencia en dos ideas contradictorias nos
causa un gran malestar
y
ambas ideas deben ser finalmente conciliadas por una tercera (si no
se renuncia a una de las dos ideas que forman parte de la
contradicción).
Un
ejemplo esclarecedor: en una secta, el lider de la misma predice el
fin del mundo para el día x. Los adeptos tienen una fe ciega en que
así sucederá y llegado el día se reunen todos para rezar en pleno
apocalipsis. Sin embargo el día acaba y nada ha sucedido.
Aquí
se genera la contradicción:
a) el
fin del mundo llega el día x sin duda alguna puesto que es orden de
Dios y dudar de ello sería dudar de la divinidad.
b) El
día x ha pasado y el mundo no se ha acabado.
Ambas
ideas son contradictorias y la mente no puede manejar las dos a la
vez puesto que genera una incoherencia. Así que la mente necesita
una tercera premisa que reconcilie ambas ideas:
c)El
fin del mundo no ha llegado porque nuestra fe ha hecho que Dios nos
salvara.
Esta
es la manera que tiene la mente humana de seguir creyendo en una
idea, pese a que haya evidencias que la desacrediten. En este
ejemplo la prueba clara de que no acababa el mundo era irrefutable
porque no sucedió, pero no pudieron renunciar a la idea de que el
final de la existencia era una amenaza real, por lo que encontraron
una nueva idea que justificaba tal incoherencia
Pero
esto no solo es válido en un ambiente sectareo que se alimenta de
creencias ciegas, sino que esta manera de proceder suele ser más
común de lo que imaginamos.
Por
ejemplo: un padre tiene la idea de que su hijo de 17 años es alguien
responsable, sano, sincero y noble. Un día llaman al padre para
explicarle que su hijo se encuentra detenido acusado de tráfico de
drogas.
Podemos
hacer dos cosas con esta idea contradictoria:
- Asumir que ese ideal de hijo que se pretendía no se ajusta a la realidad. Los hijos pueden cometer errores graves y esto se debe a las actitudes y comportamientos que realiza, así que será necesario asumirlo y tratar de corregir esas conductas.
- Negarse a rechazar el ideal de hijo creando una tercera premisa conciliadora:mi hijo es incapaz de hacer esto, si está implicado en este asunto es porque las “malas compañías” influyen en él para que se comporte así. Tenemos el mismo problema objetivo : la relación del hijo con las drogas. Pero la idea del “buen hijo” queda intacta.
En
ocasiones nos es muy difícil renunciar a una creencia, incluso
aunque tengamos la evidencia contraria ante nosotros. Por eso
podemos llegar a desarrollar ideas que nos permitan aceptar una
evidencia sin renunciar a lo que creemos. Pero hay que tener cuidado,
porque, tal y como vemos en el último ejemplo, a veces esto nos
aleja del lugar desde donde debemos centrar la solución.
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