A veces nos esforzamos en hacer grandes cambios en nuestra vida y nos fijamos metas muy altas. Es importante tener retos, ilusiones y expectativas, pero no nos confundamos, eso es sólo una parte de la felicidad. La alegría exultante, los grandes acontecimientos, la espera de un que llegue un día deseado durante mucho tiempo, nos anima a caminar y a darle una dirección a nuestro camino. Pero a menudo nos olvidamos de disfrutar también del paisaje.
Las cosas sencillas, nos propoircionan placeres serenos que nos ayudan a tener un día a día lleno pequeños momentos de felicidad. Estos momentos son los que nos dan la fuerza necesaria para avanzar, para darle la cara a la vida y sentirnos capaces de dar "otro paso más".
Tal vez lo que nos llena es saber que estamos preparados y dispuestos a perseguir nuestros sueños, pero ese estado lo conseguimos a través de aquellas cosas que hacemos a diario: el momento del café, una conversación, un momento compartido con los seres queridos, un día soleado, un buen consejo, una momento de risas, una buena palabra, una ducha tras un día agotador....Estos son los engranajes que nos permiten poner en marcha el motor de la felicidad.
Cada semilla, necesita pequeños pero constantes cuidados para ser flor. Pero esa planta no será más feliz por lucir unos bellísimos pétalos. Sino porque en cada momento de su existencia disfrutó del agua, del sol y de la tierra que le han permitido vivir y crecer día a día.
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