Como ya hemos comentado en anteriores artículos, la adolescencia es una etapa compleja en la que el joven experimenta cambios a nivel físico y mental. Es por ello que la relación entre padres e hijos cambia, ya que el adolescente está empezando a adentrarse en el mundo adulto, y en ocasiones, puede verse afectada la comunicación entre ellos y los progenitores.
En esta ocasión, proporcionamos unas sencillas pautas para mejorar la comunicación y de este modo, mejorar la relación con nuestros hijos adolescentes:
- Escúchale: si deseamos que el adolescente tenga confianza con nosotros y pueda expresarse abiertamente es necesario que le escuchemos y que lo hagamos bien. Para ello dejaremos que sea él quién nos explique aquello que desea decirnos, mientras nosotros estaremos atentos a su discurso sin interrumpirlos. Debemos prestar atención a lo que nos cuenta y además a la manera en que se expresa, es decir, observaremos también su tono emocional: ¿desprende tristeza? ¿rabia? ¿alegría? esto nos dará una pista de cómo se está sintiendo y el joven se sentirá reconfortado por nuestra escucha incondicional y activa.
- Antes de poner un castigo: es necesario poner límites a los comportamientos o actitudes que consideramos perjudiciales, ya que gracias a esto aprenderán cuáles son las normas que le permitirán desarrollarse de forma sana. Sin embargo debemos asegurarnos de que, cuando vayamos a ponerle un límite, lo hagamos cuando el adolescente se encuentre sólo. Es decir, evitaremos hacerlo en presencia de otros familiares o amigos para evitar que se sienta ridiculizado.
- Empatiza: para comprender mejor lo que siente el adolescente es necesario ponernos en su lugar. Mientras le escuchas intenta "mirar a través de sus ojos" trata por unos instantes de sentir como él/ella se siente. Esto nos ayuda a comprenderlos mejor y a no precipitarnos a la hora de juzgarlos.
- Señalar lo que no nos gusta: es necesario decir qué cosas nos disgustan para evitar que las repita, sin embargo la manera de hacerlo debe ser concretando la actiutd que se desea eliminar. Por ejemplo: "eres un vago" MAL. Esta afirmación lo cataloga, no hace referencia a su comportamiento sino a su persona. En lugar de ello, concreta la conducta sin etiquetarlo: "hoy no has recogido tu cuarto". De este modo le enseñamos cúal es la conducta que debe corregir sin juzgarlo como persona.
- No todo es señalar una mala conducta: tendemos a comunicarle aquello que nbos disgusta y en consecuencia a ponerle límites, pero ¿qué hacemos cuando su comportamiento es adecuado? Cuando el adolescente muestra un comportamiento positivo debemos reforzarlo para que este se repita. Premia su buena conducta!
- Respeta su criterio: es posible que el adolescente no tenga la madurez de un adulto, sin embargo ya no es un niño. Empieza a tener ideas propias que debemos tener en cuenta. Es posible que se produzcan situaciones en las que, los padres y los hijos estén en desacuerdo a la hora de tomar una decisión. Es un buen momento para respetar su criterio. En lugar de negarte tajantemente, escúchalo e intentad llegar a un acuerdo que satisfaga a ambas partes.
Estas pautas pueden serte de utilidad para mejorar la comunicación con tus hijos, aunque ello requiera paciencia.
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