
Todo ello prepara al organismo para emitir de forma eficaz una respuesta.
En organismos simples las emociones originan respuestas muy básicas como la aproximación a la comida, a la luz, huir del peligro y de las altas temperaturas o aproximarse a la conducta sexual.
Todas estas respuestas se convirtieron en instintos, es decir en una pauta hereditaria de comportamiento que se potencian a través de las emociones.
La consecuencia de la rápida actuación de las emociones es la adaptación al medio: si en mitad de un bosque aparece una serpiente, la huida inmediata puede evitar una mordedura mortal.
Pero las emociones no son independientes del sistema cognitivo (procesos mentales: consciencia, aprendizaje.) sino actúan conjuntamente, es decir al instinto lo acompaña la razón en el caso de los seres humanos.
Así pues, si consideramos una situación como peligrosa, aunque no lo sea, aunque sea exagerada o incluso ficticia, la emoción como buena compañera tratará a este pensamiento como si fuera real.
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