lunes, 21 de marzo de 2016

SOBRE LA FELICIDAD Y EL CALEIDOSCOPIO



La felicidad es una idea. No existe como entidad, aunque sea insustancial, a la que poder llegar.
Sentirse feliz es una emoción producto de nuestra vinculación con el mundo, de igual forma que lo son el resto de emociones: el dolor, la sorpresa, la ira, el miedo...

Puede resultarnos hiriente esta afirmación porque a menudo buscamos sentirnos bien, es NUESTRO nuestra tendencia, nuestro instinto. Entonces, ¿por qué la naturaleza nos preparó para esa búsqueda incesante del propio paraíso si ni siquiera existe? 
La respuesta es sencilla: acercarse a lo que nos genera bienestar a menudo nos pone a salvo.
Todo nuestro organismo, célula a célula, trata de sobrevivir, aunque ni siquiera lo sabe. 
La evolución nos fue puliendo de forma que aquello que nos beneficia nos resulta placentero y gracias a ello, las conductas placenteras se repiten. 
Hizo lo mismo con el dolor. El sufrimiento nos avisa de que algo no funciona bien  y a causa de la desagradable sensación que nos proporciona, tratamos de alejarnos de él.

Este mecanismo, tan simple en principio, puede apreciarse inmensamente complejo en el ser humano y es que su mente es también sumamente compleja. 
Nuestro dolor va más allá de lo físico y también nuestra alegría. Podemos sufrir ante el sufrimiento de alguien a quien amamos o alegría ante su dicha.

Nosotros, el homo sapiens, seguimos buscando el camino que nos lleve a la felicidad. Creemos que está en algún lugar, con determinadas personas o cuando las cosas son de un modo concreto. Pero no es así. Cada día nos están sucediendo cosas, constantemente. Encontramos a un amigo y nos sentimos bien, llegamos tarde al trabajo y nos ponemos nerviosos, nos discutimos con la pareja y nos enfadamos, nos tomamos un descanso y nos relajamos....

Nuestra vida es un caleidoscopio de emociones, sensaciones y pensamientos

Por eso alguien puede enfermar de tristeza, si la mayor parte del tiempo vive con dolor, o puede desbordarse si no tolera la frustración . Pero también se puede enfermar de vivir en la búsqueda constante de la felicidad prometida.

Cada día puede ser hermoso, triste, melancólico, alegre, tranquilo, airado o prometedor... 
Lo importante es saber que todos esos sentimientos pueden ser más suaves y hacer que algunos sean más duraderos que otros, sin quedarnos perpetuamente en ninguno de ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario