martes, 18 de septiembre de 2012

LA INDEFENSIÓN APRENDIDA

El principal investigador sobre la indefensión aprendida fue Martin Seligman (psicólogo norteamericano). Este concepto hace referencia al proceso en el que un organismo aprende que no tiene capacidad para resolver una situación de amenaza. Seligman hizo experimentos en los que, tras propiciar descargas eléctricas a una rata repetidas veces, sin que esta tuviera posibilidad de evitarlo, el comportamiento del animal cambiaba. Ya no trataba de huir. En el caso de los seres humanos, la indefensión está relacionada con la manera que tenemos de atribuir nuestros éxitos y fracasos. Por ejemplo: Cuando una persona atribuye el fracaso escolar a su nula capacidad para dedicarse a los estudios y a su vez atribuye sus éxitos a la suerte, a la facilidad de aquello que realizaba o a creer que alguien a mediado en su éxito, estamos ante alguien que cree firmemente en su incapacidad para enfrentarse a una situación. Por lo tanto, esta persona aceptará las situaciones desagradables sin tratar de modificarlas, aceptará su “inaptitud” ante la vida como si fuera un destino inmodificable ya que no cree tener capacidad para influir en el. La indefensión aprendida suele abocar a las personas que la sufren a padecer estrés, ansiedad y muy frecuentemente depresión. De hecho, volviendo al experimento de la rata, ¿qué ocurriría sí, por ejemplo, se le abriese la puerta de la jaula y se le propiciase una nueva sesión de descargas eléctricas? Ocurriría que la rata no trataría de huir, pese a poder hacerlo, porque ha aprendido que ante su sufrimiento, no tiene absolutamente ningún control. Lo más probable es que el estado emocional del animal sea muy similar al de un estado depresivo.

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