Educar a un hijo es una tarea que requiere paciencia, comprensión, madurez y responsabilidad. La etapa de la infancia es una de las etapas de la vida más importantes porque es donde se fraguan aprendizajes sobre la base de los cuales se desarrollará el niño.
Los padres desean lo mejor para sus hijos, por ello les enseñan a tener conductas positivas y evitar aquellos comportamientos que pueden ser nocivos. Para ello es importante que limitemos ciertas conductas, que pueden considerarse perjudiciales o actitudes que no son apropiadas, de este modo estamos dirigiendo a los pequeños y guiándolos en su aprendizaje para que adquieran hábitos saludables, actitudes positivas y comportamientos que, en el futuro le ayudarán a tener una vida equilibrada.
Sin embargo los límites no deben ser las únicas herramientas que nos sirvan para educar al niño, puesto que corremos el riesgo de dar al niño demasiadas órdenes a la vez y de que, esté recibiendo únicamente exigencias.
Por eso es muy importante que utilicemos el refuerzo positivo: estímulo que es agradable para el sujeto (en este caso el niño) y que se le presenta inmediatamente después de la realización por parte del sujeto (niño) de una conducta que deseamos preservar.
Cuando intentamos que el niño aprenda a comunicarse en vez de reproducir una "pataleta" podemos, por ejemplo, ignorar su conducta para que al final el pequeño se compruebe que no tiene ningún efecto y acabe por extinguir esta conducta. Pero ¿prestamos atención cuando el niño se comunica con nosotros adecuadamente? Es fácil advertir una mala conducta, pero las buenas conductas a menudo pasan desapercibidas. Así si niño que a menudo se enfada por no conseguir lo que desea o se expresa siempre en forma de rabieta, empieza a comunicarse correctamente con nosotros, debemos "premiar" la conducta positiva.
Los niños persiguen la atención de los padres. Por ello, una buena manera de reforzar una actutud que consideramos correcta, es prestarle atención, indicándoles que ese comportamiento nos gusta mucho, que estamos muy contentos de su actitud.
Los niños repiten aquellas conductas a través de las cuales obtienen atención. Por ello, además de limitar las conductas negativas, debemos reforzar las positivas.
Aquello que deseemos que un niño repita debe ser objeto de nuestra atención y debemos hacer que el niño se dé cuenta de ello.
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