Utilizamos la palabra autoestima para definir el grado en que nos queremos a nosotros mismos. Sin embargo, éste es un concepto abstracto que es necesario desglosar y especificar para que podamos entenderlo en su totalidad y de este modo podamos trabajar sobre todos los aspectos que abarca.
La autoestima engloba: emociones (sentimientos), comportamientos, pensamientos, juicios (evaluaciones) y percepciones dirigidas a nosotros mismos tanto a nivel físico como mental.
De esta forma, sabremos si el grado de amor hacia nosotros mismos es bueno, excesivo o insuficiente, analizando los anteriores elementos. Por ejemplo:
Cuando pensamos en nosotros mismos, podemos indagar en las sensaciones que este pensamiento nos produce. Si sentimos tristeza, alegría, si nos produce una sensación de bienestar y seguridad o por el contarrio nos hace sentir vulnerables. A estas sensaciones viene asociado un pensamiento que puede tener relación con los aspectos positivos que uno mismo puede destacar de su persona, o bien con los aspectos negativos. ¿Qué pensamos acerca de nosotros mismos? ¿Qué cualidades aparecen en nuestra mente? Aquí podemos determinar en primer lugar, si sólo aparecen un tipo de cualidades o bien, si en su mayoría aparecen aptitudes, por ejemplo, negativas. En segundo lugar, se podría determinar si aquello que pensamos que somos se da en realidad o no.
Aquí aparecen las creencias. Es decir, todos tenemos una idea de quienes somos, de cómo somos, de cómo nos comportamos y de cómo nos ven los demás. Pero en ocasiones, nuestros pensamientos no concuerdan con lo que uno expresa realmente. Por ejemplo: puedo pensar que no hago bien mi trabajo, o que lo que hago no es muy válido. Sin embargo puede que mis propios superiores consideren que hago un buen trabajo, es más, puede que me mantengan en ese puesto, precisamente porque soy una persona muy válida para ello y lo que hago da buenos resultados.
A veces, pese a tener una evidencia como esta delante nuestro, somos incapaces de valorarla porque prevalece la creencia contraria sobre lo que en realidad está sucediendo.
Ahora imaginemos qué tipo de juicio o evaluación haremos sobre nosotros mismos, si hay una creencia que no nos permite basarnos en los hechos, si no en lo que pensamos. Por ejemplo: si creo que no hago bien mi trabajo (pese a que dan buenos resultados y mis superiores tienen una buena imagen de mi) ¿qué ocurriría si me ofrecen un puesto de mayor responsabilidad en ese trabajo? ¿Es más probable que lo acepte o que no?
Es posible que, si creo que no hago el trabajo bien, rechaze ascender en la empresa por que CREO que con una mayor responsabilidad, fracasaría.
Como vemos la autoestima engloba pensamientos, conductas, emociones, etc. Y todas ellas acaban relacionándose de forma que lo que pienso sobre mía, afecta a lo que siento hacia mi y a cómo me comporto y viceversa. Y éstos son los cimientos de nuestra manera de ser y de actuar, que nos ayudan a construirnos, a tener una base más o menos sólida, dependiendo de cómo cimentemos esos "ladrillos".
Por ello, tener una buena autoestima es imprescindible para ser feliz, para mejorar y para adquirir seguridad.
Házte algunas de estas preguntas y si detectas que puedes estar desvalorándote trata de ponerle remedio, empezando por hablar siempre bien de ti, por prestarle atención a las virtudes que tienes, por aceptar que los errores son necesarios para aprender y sirven para enriquecernos y por tratar de disfrutar de nosotros mismos. Todo esto puede resultarnos más o menos difícil, pero todos somos capaces de mejorar4, aunque a veces necesitemos ayuda para ello.
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