lunes, 18 de febrero de 2013

ESTAMOS PREPARADOS PARA VIVIR

Estamos hechos de emociones. La alegría, la tristeza, el miedo, la serenidad, la angustia, la ternura, la soledad, la compasión, etc.
Toda esta gama de sensaciones forman parte de nosotros para dotarnos de las herramientas adecuadas en nuestra existencia. Ninguna de estas emociones es permanente. Somos seres complejos, elaborados, profundos, no es suficiente vivir sólo de una emoción. Todas tienen su sentido, su momento y su lugar.

Es cierto que no es agradable sentir miedo, ni angustia, ni sentrinos solos. Pero esas emociones, aunque parezca contradictorio, también nos ayudan a ser felices.
El miedo nos alerta de una situación peligrosa o nos divierte de algún modo con la adrenalina que desprendemos tras subir a una atracción de feria. La angustia nos dice que la situación en la que estamos nos produce miedo y que debemos tomar una decisión: huir de esa situación, o eliminar el miedo.
La soledad puede darnos un espacio en el que encontrarnos a nosotros mismos y redescubrirnos, o puede decirnos que estar demasiado tiempo solos nos produce tristeza, que es el momento de buscar compañía.

Lo negativo de estas emociones, no son las emociones en sí. Sino el permanecer en ellas como si fueran un destino, en vez de la sala de espera de algo nuevo.
Si sientes una emoción negativa escúchala. Nos está diciendo algo y ese algo siempre está precedido por un: "Así no, hay que cambiar algo".

En el laberinto de la felicidad (la felicidad serena, distinta de la euforia) la emoción negativa nos avisa cuando estamos en un callejón sin salida  para que retomemos el viaje de la vida.
Escucha lo que sientes. Si no te gusta, es porque tu mente y tu cuerpo, tienen una enorme sabiduría y te dicen que cambies algo para avanzar. Te lo dicen a través de las emociones, para que el autoengaño, que a veces es nuestra consciencia, no te deje mucho tiempo en el lugar donde estás.


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