Hay personas que sienten una profunda necesidad de ser cuidados por los demás. Son personas que no creen tener las aptitudes necesarias para enfrentarse ellos solos al mundo ya que lo perciben como un lugar frío y solitario, un lugar inhospito que debe recorrerse siempre de la mano de alguien que consuele su angustia y merme sus miedos.
Pero el precio que pagan por estos "cuidados" suele ser muy alto. A menudo se muestran sumisos, pasivos e incapaces de contradecir al otro, ya que de ellos (a los que considera más aptos) son quienes les conducen y arropan. Tratarán de agradar al prójimo, de hacerse cargo de tareas tediosas, de defender opininoes contrarias a la suya o aceptar culpas ajenas, todo, todo lo que haga falta para ser merecedores del afecto y la compañía de aquellos sin los que, "sería imposible existir en el mundo".
Se periben como personas desvalidas, tanto que incluso a veces, en sus gestos o tono de voz veremos semejanzas entre ellos y un niño. Un tono de voz que puede llegar a ser tan suave que llegue a convertirse en inaudible.
Esta fragilidad (autopercibida) los sume en una lucha constante por mantener la armonía suavizando las situaciones conflictivas, restando importancia a los problemas o dejando las decisiones importantes que deben tomar en manos de otros.
Esta vulnerabilidad al abondono les hace exigir la presencia de otra persona a cualquier lugar al que vayan, sin intentar hacer algo por sí mismos, sin creer en su propia autonomía, lo que les dificulta, a su vez, iniciar proyectos propios. ¿Y cómo hacerlo? si alguna vez se muestran competentes en ciertos aspecto de su vida su entorno le animará a ocuparse de este aspecto sin ayuda. Y sin nadie no se creen capaces de sobrevivir.
Las críticas son en exceso hirientes para ellos, pues significa la posibilidad de verse abandonados en una terrible soledad de la que no pueden disfrutar porque no confían en todo aquello que podrían hacer por sí mismos.
Para evitar que su peor miedo se cumpla, la persona dependiente antepondrá la felicidad de los demás a la suya propia sacrificándose en exceso para seguir escondidos en una eterna niñez.
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