martes, 4 de noviembre de 2014

LA FELICIDAD ES EMOCIÓN NO CONSUMISMO







Todavía estamos guardando el bikini y ya estamos haciendo la lista de los regalos de Navidad. El ser humano vive deprisa, casi sin detenerse a disfrutar de lo que hace, seguramente porque "tiene que" hacer demasiadas cosas.

Vivimos una vez y deberíamos disfrutar plenamente de ello pero es cierto que para poder hacerlo tenemos que encontrar el modo de subsistir, cosa que conseguimos trabajando (aunque actualmente eso es bastante discutible) pero la felicidad que pretendemos en nuestros momentos libres se basa, muchas veces en cosas y no en vivencias.

Compramos ropa, tecnología, coches, etc. Buscamos productos que nos gustaría tener para que nos hagan más felices. Sin embargo sabemos que son las experiencias las que pueden aportarnos un mayor y más duradero grado de felicidad porque con ellas experimentamos emociones, nos sentimos de una forma determinada, nos permite generar un estado emocional.
Los objetos, en cambio, pueden causarnos cierta ilusión pero su "aporte emocional" es mucho más limitado, no estamos experimentando nada en nosotros, solo nos despierta una alegría bastante efímera.

Trata de recordar los momentos más felices de tu vida. En ellos ¿está el momento en que te regalaron unos zapatos? ¿cuando compraste el televisor de pantalla plana? ¿cuando te compraste el coche?
Seguramente la mayoría de recuerdos tienen que ver con cosas que pasaron, con experiencias por ejemplo: el viaje a Roma, unas vacaciones con amigos, cuando saltaste en paracaídas, etc.

La felicidad es la experimentación de una emoción positiva que vivimos por nosotros mismos cuando estamos implicados en algo, cuando hacemos algo, cuando somos parte de ese momento de forma activa. Por eso las experiencias, ya sean grandes e intensas o más cotidianas y pequeñas, nos proporcionan una mayor felicidad, que perdura, que enriquece y nos transforma.

El consumo de objetos materiales nos genera una expectativa de alegría que acaba cuando se obtiene. ¿Qué ocurre un mes después de  comprar esas botas, de tener un nuevo móvil, de que te regalen esa camisa? ¿Sigues sintiendo la misma ilusión? ¿Sigues pensando en ese objeto de deseo?
Lo cierto es que cuando ya hemos consumido aquello deseamos, necesitamos desear otra cosa.
Algo parecido ocurre cuando creemos necesitar comer un bollo de chocolate para sentirnos mejor. Una vez se acaba, vuelve el vacío. Y cuanto más común sea esta manera de funcionar en nosotros mismos, mayor será ese vacío, mayor será el deseo, más frecuente será la forma impulsiva de actuar porque buscamos la intensidad de la emoción en un producto de felicidad finita y breve.

A modo de conclusión puedo decir decir que: hay que regalar experiencias y desear hacer cosas en vez de tener cosas.

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